Autor: Victoria Lucia
Amigo mío, te dejo primero mi niñez
con ella mi inocencia y mi fantasía
y mis viajes hacia ti, llevada por el ángel
que pediste desde siempre que me cuidara a mi
te dejo de ella mis dolores, porque no sabía el porqué
aunque Tu siempre me decías que era un buen camino
que paso a paso yo lo entendería, que no lo resistiera
que le diera presencia, que el sería mi destino
no para que yo pensara que El era cruel conmigo
o con otros niños como yo, que yo me daría
cuenta de los bienes que obtendría,
de todo lo que mi espíritu capitalizaría,
al poderles superar
que entendería con el, la razón del valor y la virtud
el camino de la sabiduría y de la beatitud
que no pensara que tendría de mi lado lo que yo
creía que debería tener, como una familia,
o unos hermanos, o unos hijos o una pareja
o unos amigos, o un trabajo, o unos estudios
que eso solo sería una maestría para la única
profesión que se obtiene en esta honrosa misión
de ser sus hijos, sus amigos, sus servidores
que entendería con el, la razón del valor y la virtud
el camino de la sabiduría y de la beatitud
que no pensara que tendría de mi lado lo que yo
creía que debería tener, como una familia,
o unos hermanos, o unos hijos o una pareja
o unos amigos, o un trabajo, o unos estudios
que eso solo sería una maestría para la única
profesión que se obtiene en esta honrosa misión
de ser sus hijos, sus amigos, sus servidores
sus oradores, sus fervientes pregoneros
de su fe y de su palabra, de su obra a su servicio
un oficio redentor, catártico, limpiador,
elevador de conciencia, sensibilizador
práctico y dinámico cuando se ejecuta
con amor, cualquier acción en beneficio
del prójimo, de la naturaleza, de quién
bien nos necesita, todo elevado en su honor
no porque El sea el del poder, sino porque
todos unidos somos siempre El, asi de que
no podremos jamás estar separados, divididos
exiliados, juzgados, oprimidos, asesinados
secuestrados, agredidos, porque sería hacérselo
a El, como se lo hicimos cruelmente a su Madre
a su Hijo y a tantos hermanos que por nosotros
han muerto.
Te dejo Maestro, mi adultez y adolescencia
donde aprendí que solo Tu eras mi divina esencia
que no buscara por fuera la razón de donde estabas,
que solo mirara por dentro primero, que mi corazón
me diría y su lámpara encendería mostrándome su luz
que en la oración encontrara la fuerza de mi rendición,
que en ella siempre
tendría su amor
y su bendición, que cada palabra elevada con amor
hacia El, era una forma preciosa de emitir de nuestra
alma, el mas bello sonido que de inmediato entraba
en su Crística frecuencia y de ello obtendríamos
correspondencia, gozo, gracia y plenitud.
Te dejo Padre mi perdón por todos mis errores
te dejo todos los amores que jamás yo comprendí
y que pretendí que eran mi puerto seguro
para mi futuro, mas nunca fué asi y mis lagrimas
rodaron , mas Tu me diste mis remedios, mi
bálsamo, mi cura para lo que como mujer inmadura
nunca alcancé a comprender. Te dejo también
mis errores y las debilidades que aun no superé
se que tu eres Magnánimo, que siempre tienes
a mano, la clave para entender hasta donde
cada Hijo tuyo puede llegarte a ofrecer.
Quiero dejarte mis libros, mis poemas, mis escritos
que siempre tuvieron Tu fuerza, tu impulso
tu motivo, tu fé en mi, porque sabrías que
yo bien los usaría para mostrar de alguna manera
como se puede usar la palabra en bien de nuestros
hermanos, de todo el que lo necesita, del que
por algún medio sabe que El envía su discípulo
y creo que yo lo supe cumplir.
Quiero por último dejarte este mi final
mi último pedido, quiero morir sin ser para otros
una dura carga, que se de mi despedida en un
instante, que se que Tu determinas, y que si
es pronto y se avecina, esté bien preparada
para es última hora, donde espero con amor
llegar muy cerquita de Tí, que ojalá Tú me recibas
que todo lo que yo hice y te ofrecí, bien valió la pena
te dejo todas mis horas buenas, mi alegría
mi música, mi valor y mi virtud
GRACIAS PADRE, MAESTRO Y AMIGO
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