Amado Señor,
tú conoces el corazón de tus hijos, y no te quedas indiferente ante el pobre que te suplica. Tú sabes lo que nos aflige el bienestar de nuestros niños, tu comprendes la preocupación de los papás ante la enfermedad de alguno de sus hijos. Vengo hoy, humildemente, a pedirte que desciendas y sanes a :::(nombre)::::::
Aún desde la preocupación que nos causa su enfermedad, desde el dolor y el desconcierto, si esta enfermedad está dentro de lo que tu permites, aceptamos este momento como ocasión de purificación, de abandono en tus manos, en ofrecimiento generoso de nuestras vidas. Aceptamos este momento como una ocasión para unirnos desde el sufrimiento a los dolores de Cristo por la salvación del mundo (Colosenses 1, 24)
(Tómese unos minutos y, en calma, que su corazón se una a lo que acaba de decir con sus labios: "con este sufrimiento, me uno, Señor, a tu pasión...")
Ahora, Señor, a ti que quieres que tengamos vida en abundancia, te pido que por el poder del misterio de tu infancia y tu vida oculta en el hogar de Nazaret, sanes al niño/a a quien tú conoces y amas.
Cuida de su cuerpito y de su alma. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta tu alivio, tus cuidados y se restablezca pronto, según tu voluntad.
Que sus padres sepan dominar su nerviosismo para no agobiarle, que sepan sacrificar una parte de sus ocupaciones para acompañarles, si es su deseo.
Nosotros estamos llenos de vida, Señor, y te damos gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás nos santifique, formándonos en la abnegación y en la caridad.
Amén
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